martes, 28 de abril de 2009

La melena del molino cordobés



Hace poco quedamos con Ángel y Juanjo en Córdoba. Con `hace poco´me refiero al mes de marzo, un buen mes para visitar una de las ciudades andaluzas más agobiantes en los meses de verano.

Desde mi última visita ya habían pasado algunos años y Córdoba ha mejorado bastante desde entonces. Aparte de los cambios tal vez `duraderos´ como una zona recreativa (sin bancos) debajo del puente romano, lo que más me llamó la atención fue sin duda uno de los cambios efímeros que suelen dar la lata a la gente, ya que tienen una vida relativamente corta al igual que las ciudades de arena.

"¡Mirad!", grité "¡Ésta es la biblioteca de Córdoba!" Mis colegas se rieron. Lo que teníamos delante era uno de los molinos restaurados vigilando el río. Lo más llamativo fue su impresionante melena que crecía desde una de las ventanas más altas hacia el suelo. Me recordó al cuento de Rapunzel que baja su larga melena para que su salvador pueda usarla como una cuerda: "¡Rapunzel, Rapunzel lanza tu trenza de oro!"

En fin, la melena del molino cordobés no estaba hecha de pelo sino de libros - al aire libre.
Los libros brotaban como pensamientos desde una cabeza invisible detrás de la ventana.
"Lo han montado por la Cosmopoética", me explicó Ángel. "Es un evento en el que participan poetas locales con premios o publicaciones recientes."
"Es genial", le contesté. "¡Qué idea más buena y todo el trabajo que hay detrás...!"

Bajamos para verlo mejor:
Libros españoles, infantiles, novelas, revistas, partituras, todo estaba allí, creando un puente entre nosotros y la ventana del molino. Los libros en función de puente, pues es lo que realmente son, el puente donde camina el lector para llegar a un mundo nuevo que le haga sentir, reír, pensar, ver, quizá sufrir.
Pasamos un día estupendo, caluroso y muy vivo.
Me imagino que la lluvia junto con su aliado el viento ya se han cargado la melena del molino cordobés; habrán destruido este puente multicolor tan maravilloso pero no son tan potentes como para robar de nuestro libro de la vida aquella hoja de aquel día del descubrimiento de la melena del molino.
Además ¿qué más da si ya no existe?
Habrá que seguir construyendo puentes :)

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