martes, 30 de junio de 2009

El camino por Calahonda

Dicen que el camino es más importante que la meta y estoy de acuerdo – por lo menos casi siempre. Los caminos suelen sorprender, a veces nos hacen cambiar de dirección, fijarnos en otra meta o nos desafían para luchar y para así conocernos mejor. Cuando voy a un sitio nuevo me encanta perderme, o sea, caminar sin rumbo, encontrar lo que no aparece en ninguna guía turística y vivir el camino a mi manera. Lo mismo hice antes de mudarnos a Calahonda. Caminaba entre edificios de arquitectura imaginativa, o por el Strip (como la de las Vegas, así se llama coloquialmente la Avenida de España), la calle de los restaurantes cuyos nombres “Little India”, “Little Mexico”, “Little Italy” me delataron que allí, en una sola calle, se encontraba una importante parte culinaria del mundo (también hay un restaurante suizo con su fondue, un restaurante chino, un pub irlandés y por supuesto unos bares españoles de tapas). No sólo son las flores ni los tonos de azul del mar los que dan algunas manchas de color a la vida de aquí, son las personas. Ingleses que te saludan como mínimo tres veces si los dejas pasar en un paso de cebra, españoles que disfrutan viviendo con gente de otros países, escandinavos, alemanes, etc. Y por el otro lado de la carretera nos esperan la playa y mucha tranquilidad. No se trata de una playa que atrae a los turistas porque, hablando claro, no acaricia las plantas de los pies con su arena suave sino prefiere dar la lata con sus piedras. Aún así invita a pasear.
A continuación os presento algunas de las caras de Calahonda:

Arquitectura imaginativa:

La iglesia de Calahonda, católica y compartida con la iglesia anglicana:
El Campanario, la iglesia noruega de Calahonda:


Centro Comercial "El Zoco":
Centro Comercial "Los Cipreses":

"Little India":

viernes, 26 de junio de 2009

La noche de San Juan en Fuengirola

Este año, el 23 de junio, "celebramos" la noche de San Juan en Fuengirola porque nos pilla cerca.
Dicen que en esa noche se liberan energías mágicas, o sea, energías solares que hay que aprovechar.


La playa estaba a tope, gente por todos lados, humo, olor a quemado, calor, un montón de policías, llamas de hogueras flameando desde profundas fosas en la arena o encima de la alfombra arenosa, un escenario con música disco (no muy buena, por cierto, pero consiguió que la multitud saltara y se perdiera en un loco baile descalzo), efectos de luces multicolores, fuegos artificiales y el castillo de Fuengirola, bañado en una suave luz dorada, vigilándolo todo desde lo alto.

A las 12 de la noche empezó la batalla del agua. Nos mojamos los pies como se suele hacer pero se me olvidó lavarme la cara porque estaba tan metida en mi papel de cuidadora de camara, intentando sacar algunas fotos no borrosas a pesar de la poca luz, y protegiéndola de los ataques acuáticos.
Aquí tenéis algunas imágenes que grabé para daros una idea.


Por lo visto el ritual de lavarse los pies y la cara en esa noche mágica ayuda a mejorar varios aspectos de la vida pero dudo que la gente realmente se lo crea. San Juan, el festival del fuego, está relacionado con el solsticio del 21 de junio que se celebra dos días después para combinarlo con el nacimiento de San Juan el Bautista (y así convertir la fiesta del solsticio en una fiesta cristiana), y me parece que muchos de los que van a la playa lo hacen más bien para “bautizar” a sus colegas con el agua salada procediendo de la bañera negra del mar para pasárselo bien y para coger una buena borrachera (aparte de las hogueras vimos larguísimas filas de vacías botellas de cerveza en la arena). En fin, que cada uno decida si vale la pena hacer esfumar la magia gracias a una intoxicación etílica. Lo curioso es que a pesar de los tantísimos saltos por las llamas no suelen producirse muchas quemaduras, o sea, sin duda alguna, la noche de San Juan tiene algo especial y vivirla en Fuengirola también.

jueves, 25 de junio de 2009

Gala benéfica - todo por los gatos

El domingo pasado participamos en la gala benéfica de los amigos y protectores de los gatos. Raffaella, la presidenta y alma máter de la asociación, celebra normalmente dos galas al año con música y una tómbola para recaudar dinero para los gatos callejeros.

Si os comento que cuida de más de 200 gatos todos los días os podéis hacer una idea de lo que significa eso económicamente (aparte del esfuerzo físico y la carga psíquica). Les cambia el agua, compra comida, compra medicina, los lleva al veterinario para esterilizarlos o para curarlos, etc. Fue ella la que nos prestó las trampas para poder llevarnos a “nuestros” callejeros de la antígua urbanización en Marbella a su nuevo hogar. Me gustan las galas porque uno se siente bien, sabiendo que todo el mundo que esté presente (italianos, españoles, ingleses, irlandeses, alemanes, etc.) se preocupa por los chicos peludos sin techo y hace lo que puede – por muy poco que sea – para ayudar y para cambiar la situación en la que se encuentran tantos gatitos. Este año cenamos en Villa Tiberio, un restaurante italiano con un jardín muy cuidado en Marbella.
Un pianista en un piano blanco, el responsable de la música de fondo, tocó toda la noche melodías tranquilas y conocimos a una pareja colombiana-portuguesa muy simpática, contándonos las historias de sus tres gatos de los que nos enseñaron fotos. Está claro, ¡los gatos unen!

domingo, 21 de junio de 2009

Los burros y los alemanes

Con los primeros rayos de sol de junio ya nos podemos hacer una idea de lo que este verano nos tendrá preparado en la Costa del Sol...
“¡Estás morena!”, exclamó MªVi el miércoles muy sorprendida. “¿Has estado en la playa?”
Siempre le sermoneo que no es bueno exponer la piel tantas horas al sol y que me aburro si tengo que pasar un día entero en la playa. “El que esté muy moreno hoy se convertirá en una ciruela pasa el día de mañana” suelo decir “y la piel recuerda absolutamente todo – no olvida ni la más pequeña quemadura. El sol es peligroso.”
“¡Qué va!”, le contesté. “Mi bronceado albañil vendrá de las paradas de autobús, o sea, del tiempo de espera.” Se rió. Es cierto, si quieres coger el autobús es recomendable echarte protección solar. Al igual que la piel, yo también recuerdo una u otra cosa, por ejemplo lo que me dijeron en una agencia de viajes en los años 90 cuando reservé un vuelo a Barcelona:
“Ten en cuenta lo que piensan los españoles sobre los turistas alemanes en las zonas playeras. Dicen: “Sólo los burros y los alemanes toman el sol voluntariamente.” Así que si no quieres ser detectada como alemana, busca la sombra.”
¡Vaya cambio más curioso podemos observar ahora! Por lo que veo los burros no están en peligro de extinción...
Aparte de envolvernos en su pesado abrigo de calor, el verano nos refresca con la posibilidad de meternos en el agua y nadar bajo las estrellas. Anoche observé los espacios entre los dedos del pie para ser la primera en descubrir un tipo de membrana típica de los patos. Sorprendentemente aún no ha crecido nada aunque llevo casi todo el mes nadando.
El agua parece ser un líquido mágico con poderes curativos. Después de un largo día te sumerges en ese misterioso cóctel de energía, libertad y paz, ordenas tus pensamientos y acontecimientos y emerges viéndolo todo (tal vez gracias a las gafas de bucear) de otra manera. JuanLu tiene pensado usar la piscina hasta finales de octubre lo cual me parece muy valiente. El año pasado me despedí de las ya bastante bajas temperaturas del agua en septiembre. Pero pensándolo bien no es mala idea robustecer el cuerpo un poco. Tal vez deberíamos prolongar el verano hasta noviembre, suprimir el otoño y aterrizar directamente en invierno. Con un poco de suerte estaremos tan robustos para entonces que podamos pasar las Navidades en Alemania sin calefacción gracias al pesado abrigo de calor andaluz.