martes, 12 de mayo de 2009

El regalo de la calle

El fin de semana pasado JuanLu abrió unos cuantos agujeros con el talado en las paredes de la habitación de los gatos para colgar unos cactus que plantó mi suegra en caracolas:

Como para Emilie y Boni investigar la tierra de macetas y saborear la materia verde que sale de allí es una enorme y salvaje aventura tenemos que “esconder” las plantas en un sitio sano y salvo, o sea, en la pared. Por supuesto podríamos disciplinar a los dos para quitarles la idea de la cabeza que las hojas han crecido para servirles de chicle, pero no me parece bien convertir unos chavales de corazón salvaje en un tipo de perro obediente. A fin de cuenta queríamos darles un hogar a GATOS, sínonimo de independencia, misterio, inteligencia, chifladura y mucha personalidad y fue una gran alegría cuando conseguimos ganarnos su confianza y amistad. En pocas palabras, hemos empezado a crear un tipo de patio andaluz dentro de la casa y me encanta.
“Ves”, le dije a JuanLu “al final estos chavales tendrán la habitación más espectacular de toda la casa. Y se lo merecen.”
Aquí los tenéis tomando el sol
Y como Emi estaba totalmente de acuerdo conmigo, se me acercó con sus grandes ojos dorados e implorando con la mirada decía:
“Venga, ¡hora de cazar!”
Así que me senté en el suelo de su “patio andaluz” y jugamos a lanzar ratones – su juego favorito:


Si esa niña peluda hubiera nacido ser humano se habría dedicado a la cirurgía, sin duda. Al menos nunca falla convirtiendo sus ratones con un mordisco rápido y preciso en hámsters. A Boni no le va el rollo de los ratones. Le encanta saltar detrás de las pelotas de goma que va royendo hasta que desaparecen. ¡Un mago!
Los dos son supervivientes. Cuando aún vivíamos en Marbella, algunos vecinos de nuestra nueva urbanización se quejaron de “tantos gatos” (quince aprox.) buscándose la vida cerca de los contenedores de basura. Dato curioso: De la nueva generación de estos “tantos gatos” todos los cachorros lindos (tipo tigre y los de piel blanca con algún color llamativo) encontraron un hogar - sus padres no, y hablamos de padres no mayores de dos o tres años – mientras los gatos negros de todas las edades se quedaron en la calle – los patitos feos no queridos del cuento.

Emi en el 2007, recién salvalda
y casi 2 años después con su "hámster"

“¿Por qué se queja esa gente y no actúa?”, pregunté a JuanLu. “Está claro que cada vez habrá más gatos si nadie los esteriliza. Imagínate esos bebés podrán crear su propia familia a los siete meses...”
“La gente es muy cómoda y pasa del tema”, me explicó y no lo comprendí. ¿Ladrar por ladrar? Vamos a ver. Si te molesta la población felina y te pones en plan “pasote” quiere decir que en el fondo necesitas que la simple presencia de los gatos te ponga de mala leche porque gracias a los chicos peludos te puedes desahogar. Los gatos justifican tu necesidad de maldecir y de tirar piedras detrás de ellos porque eres una persona con el corazón podrido y tu mundo interior divulga el hedor de la amargura, el odio, la maldad y el aburrimiento.
Poco después algunos de nuestros vecinos (los que menos fuerte habían ladrado) cogieron el camino más cómodo al aprovecharse del hambre de los gatos: Envenenaron a cinco de ellos y teníamos muy claro lo que íbamos a hacer, es decir, no pasar del tema sino ponernos en contacto con una asociación protectora de los gatos, investigar sobre las leyes andaluzas referente al tema del envenenamiento con sus sanciones (porque donde la razón no llega, el dinero es un arma poderosa: los corazones podridos sí que reaccionan y cambian de actitud cuando se trata del dinero de sus bolsillos), esterilizar a los gatos, quitar el mayor número de ellos de la urbanización y mudarnos porque ¿a quíen le hace ilusión vivir con vecinos capaces de matar a animales inocentes? ¡Menos mal que estábamos de alquiler!
Boni
Emi
Ninguno de los gatos callejeros de los contenedores de basura había elegido nacer allí al lado de esa gentuza, ninguno había elegido a sus padres y llevar un abrigo negro tampoco había sido la elección de Emilie y Boni. ¿Qué culpa tienen que algunos retrasados relacionan los gatos negros con la mala suerte y la brujería y aún no se han enterado que ya no vivimos en la edad media?
Bueno, el tema de la brujería es un poco delicado: ya sabemos que Boni es un mago y es cierto que siempre que he tenido que asumir un gasto más grande por los gatos (esterilización, vacunación, operación después de un atropello) me ha entrado una nueva traducción de un nuevo cliente. Cuando llevé a Emilie al veterinario porque una de sus patas estaba rígida y apenas podía caminar, le dije “No te preocupes por el dinero, niña. Verás pronto nos pasará algo bueno porque con tus compañeros ha sido así hasta ahora y contigo sólo nos pueden pasar cosas bonitas.” ¡Efectivamente! La misma tarde me pidieron el presupuesto de una traducción gorda y le guiñé un ojo a Emi. Por cierto, ella no tenía la pata rota sino no la podía desarrollar por falta de proteínas, así de simple, había sido (como muchos más) victima de la desnutrición...

Boni dormilón

y muy atento...
Encontramos el apartamento de nuestros sueños fuera de Marbella, en Mijas Costa. Primero se mudaron los cuatro gatos negros – algunos de los supervivientes marbellíes. A uno de ellos el centro de acogida de animales de Fuengirola le proporcionó un hogar en Alemania y nos alegramos muchísimo por el – me pregunto si tal vez hayamos coincidido en el mismo vuelo a Alemania sin darnos cuenta... Seguramente tiene un jardín grande, comida de sobra y una casa donde le quieren un montón. No sabrán que su chico adoptado tiene un hermano de nombre Boni y una hija Emilie que se llevaba mejor con su tío que con su padre porque con el último siempre se peleaba por la comida... Tampoco sabrán que desde el principio el destino de su gato ha sido totalmente alemán ya que cayó en mis manos. El otro gato negro vive en un camping con una protectora de gatos y los otros dos están aquí, a mi lado. Emi está ronroneando y le estoy haciendo cosquillas en la barbilla. Los ojos verdes de su tío siguen la trayectoria de una mosca. Le pronostico una duración de vida de diez minutos como mucho...
Me hubiera encantado denunciar ante la policía a aquellas personas que mataron a los parientes de nuestros gatos, ya que el envenenamiento de los gatos es una clara vulneración de la ley, pero no teníamos pruebas. Sé que los autores ignoraron la ley andaluza a favor de los animales según la cual le podría haber caído una multa máxima de 30.000 € - y por muy triste que sea el hecho que haya gente con necesidad de unas leyes que prohiben claramente el envenenamiento de animales inocentes, me alegro que al final no han podido “pasar del tema” sino que han tenido que confrontarlo y plantar cara en la junta de propietarios.
Nos costó mucho trabajo y paciencia conquistar los corazones de nuestros chicos callejeros que llevaban dentro el miedo a la gente; el miedo a la gran cantidad de perros sobre dos patas que conocieron en su vida marbellí. Aún así, pasado medio año Boni se dejó acariciar y ahora nos busca para estar con su familia. Su sobrina es mi mejor amiga. Tiene todas las buenas cualidades de una perrita, es decir, camina detrás mía, me lleva al sofá de su habitación para que lo levante y saqué sus ratones para jugar. Con ella era más fácil porque la cogimos de pequeña.
Emi y Boni


inseparables

Aún así cuando viene gente a casa que no conocen muy bien salen corriendo, se esconden u observan desde una distancia segura el comportamiento de los nuevos. No es de extrañar – los gatos no olvidan y cuando los veo y me río de ellos, admirando el brillo de su maravillosa piel negra, sé que estos chavales han sido un regalo de la calle. A veces cuando me acuerdo de nuestros antíguos vecinos me pasa la frase por la cabeza “No sabéis lo que os estáis perdiendo”. En fin, seguramente la vida les devolverá el golpe algún día porque tomarla con los gatos y sus amigos no tiene buena estrella.
Boni y Emi
Y si vosotros tenéis problemas con la cantidad de gatos callejeros os ruego no apartar la vista sino contactar con una organización para esterilizar a los animales. Os aseguro que vivir la misera relacionada con los cachorros no queridos no es ningúna experiencia agradable. Los protectores de los gatos los cogen con trampas y normalmente no piden más que una donación, ya que hay veterinarios dispuestos a cobrar menos por la operación y la vacunación de los callejeros porque son muy conscientes del problema y dispuestos a ayudar. Una de esas veterinarias en la Costa del Sol es “Pointer” en Nueva Andalucía:
www.pointervet.com
Además no deberíamos hacer la vista gorda a todos los beneficios que los gatos nos proporcionan al mantener las urbanizaciones limpias de ratas, ratones, escarabajos etc. ¡Son útiles!
En fin, al final ganamos aquella batalla marbellí con más supervivientes que muertos y aunque la victoria no sabía a gloria aprendí de todo ello lo importante que es no rendirse y seguir luchando por lo que uno cree y por los que no tengan voz, empezando en nuestro mundo pequeño.

1 comentario:

  1. ¡Ah, qué bonitas fotos! Me encantan, ya extraño a Bony y Emily, todavía tengo sin terminar el regalito... bueno, pero cumpliré bien. Yo también quiero pasarme una tarde en el patio andaluz y luego un chapuzón en la piscina con luna de tu casa. Besos

    ResponderEliminar